Tu Vanguardia
Los órganos sexuales tienen infinidad de apodos, algunos groseros o grotescos, pero ¿a qué se debe?, a la falta de delicadeza y sensibilidad, por pena o mala información, lamentablemente cuando queremos hablar de ello, resulta que nos encontramos sin lenguaje, por esa razón el lenguaje sexual es algo que parece imposible de lograr.
Para descubrirlo no queda más remedio que vivir la sexualidad de una manera más humana y entonces todo el cuerpo será visto de otro modo, sin tabúes.
Existe un lenguaje técnico, otro popular, otro poético, otro moralizante, pero todos sabemos la situación embarazosa que se vive cuando queremos hablar sobre nuestros órganos sexuales. Hay quien usa la expresión “partes”, “sus partes”, “mis partes”, hay quien habla de “partes pudorosas”, de “zonas vergonzosas”.
¿No puede nombrarse a cada cosa por su nombre? El pene, los testículos, el perineo, la vulva, el clítoris, los grandes y pequeños labios, el himen, la entrada de la vagina, todos estos nombres son técnicos y sería bueno acostumbrarse a ellos y acostumbrar a los pequeños a que den nombre a cada cosa. “Me duele el vientre”, suelen decir las chicas de trece años cuando tienen las reglas. ¿Por qué no decir “me duelen los ovarios”? “Estoy enferma”, “estoy mala”, ¿Por qué no decir “tengo la menstruación”?
Esta forma de hablar es técnica y exacta. Sin embargo, hay otro lenguaje que podría llamarse el lenguaje de la intimidad, el lenguaje familiar. Por ejemplo, en muchas o ciertas parejas se dan nombres familiares a los órganos más queridos de su cuerpo, lo mismo que a los íntimos se les llama de modo cariñoso en la vida familiar o en la intimidad.
Una pareja puede encontrar muy técnico y muy “serio” decir pene o vagina cuando realmente es la forma correcta de llamarlo, no tiene nada de malo mencionar estos términos y es fundamental educarnos para que un futuro este tema sea solo un mito.
FUENTE: sexologiaenincisex